domingo, 27 de febrero de 2011

Cortés saludo misántropo



Mirada cristalina,
momentáneamente obnubilada.
Encerrado en mi castillo
que oficia de efímero refugio.

Mis dos alas han sido devoradas,
por una profunda pesadumbre hostigadora.
Ponzoñosa enredadera que me deja sin aliento.

La tarde está quieta, mi alma también.
Reflejo de un pobre, deteriorado
y desgastado espíritu.
Erosión de las más recónditas,
y sublimes expresiones.

Los niños juegan, cantan, ríen.
Los perros danzan
al compás de las sonrisas
de sus magnánimos parteners.

El día es calido,
el barrio se viste de fiesta.
El apacible sosiego,
se transforma en un carrusel,
de coloridas sensaciones.

Vendaval de ideas
embisten mi cabeza.
Domadas por la magra quietud,
silenciadas para no tener que lidiar mas
consigo mismas.

Recuerdos nostálgicos
terminan por abrir vastas úlceras;
la sangre hierve,
y explota mi corazón.

En una roca me he convertido,
ser un ermitaño he elegido.
Ajeno ante la ajena mirada,
de una masa enajenada.

La gente me molesta,
cual rimbombantes mosquitos
en selváticos parajes.
Ante la perspicaz mirada,
de la densa y oscura noche rabiosa. 

La gente es una, yo soy otro.
Separados por un invisible océano disímil.
Pienso, y creía
que ese ser dejo de existir.

Los desengaños y las desdichas,
no hacen mas que encapsularme
en mi regodeante y reconfortante
mundo de fantasía.

Rodeado de cosas mágicas, fulgurosas,
inusitadas, venturosas,
extáticas, esplendidas
mas vigorosamente irreales.

Mundo que me sirve de espejo incandescente, lleno de luz.
Mundo que permite me acueste en su regazo.
Mundo que me acaricia, y por sobre todo,
no deja sentirme solo.

Válvula de escape
para esta sórdida
realidad inescrupulosa.

Sus charlas no me atraen,
sus juegos no me gustan,
sus fiestas no me divierten.
Sus gracias no hacen más que desdibujar
una leve sonrisa melancólica.

Sexo, soledad,
música, libros,
naturaleza, muerte,
vida, luz, oscuridad.
Buceando en estas respiro,
mas solo sigo.

Solo así podrá ser llenado mi vacío,
desgarrador de mi noble espíritu,
del cual tanto hable,
siento y sigo hablando .

Enterrado en el cofre de la eternidad,
el féretro se abre,
abriendo paso a la vacuidad
que proclama su corona,
ante un trono desdibujado
por el clamor de las impiadosas
calumnias circundantes.

Prisionero de mi pesares,
solo yo tengo la llave
de esta camuflada, perfumada
celda adornada.

La libertad es mi destino,
Me encierro en una torre de papiros.
Mi ensimismamiento
no permite siquiera  mirarme a los ojos,
por temor a enfrentarme
con mis omnipresentes, y omnipotentes
fantasmas demoníacos.

Grises sinfonías,
hacen que me sienta vivo.

Las esencias no cambian,
en fugaces instantes .”

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